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¿Es el liberalismo el respeto irrestricto hacia los proyectos de vida del prójimo?

Por Gabriel Zanotti

Fuente: Filosofía para mí 7 de abril de 2023




Algunos se estarán preguntando qué me agarró con esto. Y tienen razón. Yo siempre he tratado de no molestar ni la vida ni las definiciones del prójimo. Y menos aún a quienes, como Alberto Benegas Lynch (h), fueron maestros y mentores a los que debo eterno agradecimiento.

El tema me interesa, reitero, no porque me divierta arruinar definiciones, sino porque últimamente los liber-progress y los liber-conservativs han entrado en un enfrentamiento casi sin solución, y considero que una aclaración sobre esa definición ayudaría a solucionar el malentendido al menos entre los más dialogantes de ambos lados.

Los liber progress dicen que el liberal, por ser liberal, debe estar «a favor de» cualquier conducta que no viole derechos de terceros, y los liber conservadores dicen que el liberal debe oponerse a todo aquello que sea moralmente malo. Ambos se olvidan, me parece, de la diferencia entre lo legal y lo moral.

Yo puedo estar moralmente en contra de tal o cual conducta (por ejemplo, ser infiel al cónyuge) aunque dicha conducta sea legal, o sea, no sea un delito, y esté bajo el ala del art. 19 de la Constitución del 53 (1).

En la filosofía moral de Santo Tomás, que cualquier aristotélico, como por ejemplo un randiano, puede compartir, lo bueno moralmente se quiere, se alaba, y en ese sentido se respeta, pero la conducta moralmente mala se tolera: el mal se tolera y el bien se quiere.

Debo respetar a toda persona, aunque no todas sus conductas.

En ese sentido no hay por qué «respetar» una conducta moralmente mala aunque NO violatoria de derechos de terceros. No creo que el esposo o la esposa que haya sufrido la infidelidad le diga al otro «respeto lo que haces«. No, estoy en contra. Claro, lo tolero legalmente, no es un crimen, pero no tengo por qué seguir viviendo con vos…. Aunque pueda perdonar, pero se perdona lo malo, lo no respetable, no lo bueno.

Por lo demás esto es muy importante en el horizonte de los que siempre hemos defendido la libertad religiosa. El error se tolera, la verdad se quiere. La libertad religiosa implica que respeto a la persona y respeto su derecho a la libertad religiosa, pero tolero el error que pueda cometer. Claro, un no creyente me podrá decir que esto le importa un rábano, pero sin embargo está en la clave de la libertad de expresión que hoy está tan negada por los nuevos inquisidores, los fact-checkers. La libertad de expresión no se basa en que el otro tenga los hechos de su ladosino en que en una sociedad libre debe haber un libre debate sobre los hechos. El terraplanista estará equivocado (no sé), pero tiene derecho a decir lo que le parezca. Yo debo tolerar su error, y debo respetar su derecho a decirlo. Su derecho no es un error. No distinguir estas cuestiones es lo que ha llevado hoy a que los científicos se consideren a sí mismos como los que deben determinar quién tiene derecho a hablar y quién no, en nombre de la ciencia, como sucedió en la pandemia y aún sucede (aunque Popper les decía que una ciencia sin auto-crítica no es ciencia).

Por ende yo no debo respetar de manera irrestricta todo lo que otro haga, aunque debo respetar siempre su derecho a ejercer sus libertades individuales, lo cual incluye el art. 19 antes citado, que implica que haya conductas que, aunque inmorales, no estén jurídicamente prohibidas.

Claro, se me puede decir que la definición que estamos debatiendo implica el respeto irrestricto a esas libertades, y que por ende estamos en una cuestión de términos.

Ok en ese caso.

Pero los liber progress y los liber conservativs se están matando precisamente por términos y sus significados: moral, inmoral, prohibido, permitido, derecho, no derecho, etc.

Las aclaraciones, en ese caso, no están de más.

Estoy abierto a las críticas de los que quieran dialogar.

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(1) «…Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados.»





Gabriel J. Zanotti nació en Buenos Aires en 1960; es Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino, UNSTA, en 1984, y Doctor en Filosofía por la Universidad Católica Argentina (UCA), 1990.


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